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Conoce al ‘Pablo Escobar’ de la minería ilegal, su captura y modus operandi

Sonó el celular y Gregorio Palermo Segura Marcelo, cabecilla de ‘Los Parqueros de Pataz’ supo que se venía cocinando a fuego lento un megaoperativo en contra de su organización criminal. “Va a ver reventado”, oyó y Palermo supo con certeza que el objetivo era él. Recordó que varios policías le habían dicho en distintas ocasiones. “Cuando me entere de tu mancada, te voy a dar una señal suelta y ahí tú vas a tener que huir”. Palermo, un hombre de 1.60 de estatura, con frente de óvalo: amplia y pronunciada, escondía una sonrisa tímida bajo esa nariz afilada como la uña de gallo fino y respondía con ese tono característico de la sierra: “Qué, pue, si usted me lanza la firme, yo no voy hacer ingrato, no le voy a cerrar las puertas de mi casa (…) Yo le voy hacer llegar sus monedas, jefe”.

Y ahora tenía a un policía que ha cruzado la línea de la corrupción. Le ofrecía enviarle el informe policial completo, que contenía 1 626 hojas, pero antes de entregar una prueba, pedía que le transfieran varios ceros en su cuenta.

Cuando escuchó que la ley le pisaba los talones, se sintió intranquilo, porque de un lado tenía a la justicia hambrienta de cazarlo y del otro un panorama oscuro: ¿A dónde escapar? ¿Mi familia? ¿Mis casas y vehículos? Recién ahí, se percató que se había preocupado tanto en robar oro a la empresa La Poderosa, en amasar una fortuna envidiable y no en diseñar una ruta de escape segura. Respira y para que no se deje consumir por la desesperación, se dice así mismo: “Ahora conozco mi destino: una cárcel y me toca prolongar mi huida lo más que pueda”. Para lograr su objetivo, le reza al santo que nunca le había fallado: el dinero.

Ahora Palermo le escribe a su esposa, Elita Castillo Layza. Ella es su casa, su templo, su refugio seguro en tempestad, su paz en tiempos convulsos. Y cómo no va a confiar en esa mujer diminuta, si cada que no había opciones, ella le arrancaba una a la vida. “Pale, ya me pasó el número de cuenta”, escribe y renvía la foto que contiene los 14 dígitos: 191-94898915-0-87. Y al otro lado, en las oficinas de la policía, los dedos impactan contra las teclas, el puntero se desliza por la pantalla, las páginas sucumben una tras otra. “Pagará todo el billete que hemos pedido”, dicen y en los tonos de voces se nota un desespero. “Ese huevón se pudre en plata, si va a soltar”, replica un policía. Confía en el diseño de corrupción: han elegido una persona que no se conoce con Palermo, que nunca subió a investigar en Pataz. Él solo ha venido a ser el nexo con la policía y la familia del cabecilla. Han elegido a la esposa de Palermo, porque el juez no firmó una resolución de allanamiento y descerraje en su contra. Es decir, los investigadores no lo pueden incautar y abrir el teléfono para corroborar el hecho ilícito. Está demás decir que los dueños de las cuentas no tienen ningún grado de consanguinidad con los corruptos.

Es las 6:18 de la tarde, cuando ella reenvía el primer comprobante de pago. Han depositado 28 mil soles a una cuenta del Banco de Crédito del Perú (BCP). El destinatario responde al nombre de Zavala Villajuan Joily. Empieza la función del circo, Elita Castillo es un animal salvaje que se limita a obedecer órdenes de su amo: Palermo. “Como ya le depositaste los 30. Consúltale si el resto de plata, lo haces al mismo número a otro”. La respuesta es sí. Todo por esa cuenta. “Yo le voy a decir, pásame el número y el expediente, y ahí recién le envío el baucher”, repite para no equivocarse. Palermo pide el celular para mover la telaraña de sus contactos y completen la cantidad pactada. “Entonces, yo le voy a hacer que haga 30, hoy mándame mi celular, pues”, instruye. Ahora empieza a escribir y a llamar a sus compinches, con una dosis sobrecargada de tranquilidad, les explica que por el momento tienen una sola opción: pagar a la policía por la información. “Una vez hecho el depósito, nos enviaran los documentos y veremos que se puede hacer”, decía.

Es sábado, el reloj marca las 6:03 de la tarde, Palermo abre el chat de WhatsApp de Charapo López, y reenvía este número de cuenta 191-94898915-0-87. Luego graba audios: “Primo, ahí está el número de cuenta. Dile que lo hagan, on, y te envié el baucher al toque, pa’ yo mandarle a mi señora que lo mande y que nos pase esa huevada, para luego hacer el resto”.

El chat suena, mensaje entrante de su esposa. “Dile que se apure con el depósito. El señor dice que espera unos 10 a 15 minutos”. Ella se sale del libreto original e improvisa, pide que lo esperen media hora, que se está yendo al centro a hacer el giro. Y se topa con una pared áspera. “Usted me ha dicho que lo tenía todo reunido por eso quiero mi transferencia”. Elita siente las piernas flaquear por la presión. “Ese señor es muy intenso, Pale. Los otros 20, ¿cómo lo van hacer? ¿Breider lo va a hacer a una sola cuenta?”, silencio al otro lado del celular. “Era una sola cuenta; por ejemplo, era mi cuenta, a de ahí lo deposita o lo transfería”.

Después de media hora, Palermo vuelve a escribir a Charapo López: “Que lo hagan al toque dilo. Hoy día no puede hacer más, ¿di? Charapo López, conocedor de la tecnología, puso en modo leer y borrar automático el chat. “Dice que quiere todo, más bien que sea el patita, que todos lo vamos hacer (…) Es que él lo puede hacer pedazos la información”, justifica Palermo. Y en la pantalla del teléfono sale: ‘se eliminó este mensaje’ y ‘abierto e eliminado’.

Los dedos de Palermo son torpes para escribir en el celular, por eso, se limita a enviar audios a su esposa: “Así dilo: ‘hemos estado sacando dinero. Espere una media horita y su deposito estará hecho. Así como lo hemos depositado al señor de Lima. Que no se preocupe’. Más bien pide que te mande el informe y nosotros le mandamos el resto”. De inmediato, ella se topa con una loseta resbaladiza de corrupción. “Así no funciona las cosas, seño. Pagan completo o no hay nada, ustedes deciden… ¡No!, no, nadie se quiere quedar con plata ajena. Yo voy a pasar el informe en cuanto vea la plata en la cuenta. Yo no soy nuevo en esto, seño. Confíen”. Ante la negatividad, Palermo anuda los puños y exprime su impotencia. La policía tiene la de ganar, ya recibió la mitad de dinero y si quiere puede jugar chueco. Es decir, no enviar ningún informe y quedarse con el dinero. “Dilo que hoy no se podrá hacer toda la operación, porque ya llegaste al topé de transferencia. Mañana temprano lo hacemos”. Finaliza a la conversación a las 11: 58 de la noche.

Es domingo, las manecillas del reloj se deslizan por el número 8. Entra el mensaje de Palermo. “Hola, primito, ¿qué tal? Dile que lo haga el depósito, para que dé una vez nos mande ese pendejo”. Charapo López responde y elimina. Luego le informa que Naty e Iván han quedado en poner billete por la fuga de información, pero se complica las cosas, porque es domingo. Palermo al ver que las transacciones bancarias están demorando, entra en la desesperación de un drogo. “La huevada es que nos bote de esa información, pe, on. Mañana concha de su mare, aunque sea puta chapa esa carga de huincha y vende”.

Cuando las manecillas del reloj apuntan con precisión a las 10 de la mañana, Elita escribe: “Pale, está que me llama el señor de ese tema”. Un minuto después, llega la captura de pantalla de la transferencia exitosa: 22 mil soles al mismo número de cuenta. Una hora y media más tarde, llega el informe policial en el formato de PDF. En el encabezado, en el margen izquierdo aparece el escudo del Perú y en mayúsculas Policía Nacional del Perú. Debajo: INFORME N.º 143-2024-CG-COMOPPOL/DIRNIC-DIVIIC-GRECCO “D”.

               Asunto: Sustento legal de imperiosa necesidad de “URGENCIA” de solicitud del Ministerio Público competente para la obtención de la ejecución de los mandatos de las medidas excepcionales de limitación de derecho, de detención preliminar judicial, allanamiento con descerraje y registro domiciliario, con fines de detención e incautación de bienes, documentos y objeto de intereses para la investigación o ser objeto de comiso, allanamiento y requisa de la celda, del levantamiento del secreto de las comunicaciones (…) Medida extraordinaria de identificación, localización y geolocalización de los integrantes de Los de la organización criminal ‘Los Parqueros de Pataz’, quiénes son liderados por el conocido como “Palermo” y que se estarían dedicando en forma concertada, coordinada y planeando comisión de delito contra la paz pública, en la modalidad de organización criminal”.

Sus ojos achinados de Palermo parecen abrirse un poco más y reenvía el documento a sus contactos: Charapo López, Perra y F.R. Este último, le envío un comprobante de pago de la suma de 10 mil soles. Su dedo índice corre una maratón en la pantalla del celular, se detiene un momento: observa fotos de viviendas, ubicadas en Pataz. Toma captura de pantalla y envía a su compinche Chavano.

Palermo: Habla, Cachaquín

Chavano: Oe, te digo, Pale, cómo es esa cosa, está feo, ¿hay solución o no hay solución?

Palermo: Ahí está, on crimen organizado parqueos, no ves, pucta. Chavano: fregados, ¿di? Y ahora sí está arreglado ustedes o todavía. Tú tienes plata, pues, nosotros estamos calatos no hay de dónde, trata de ver tú que, pues, tiene las monedas.

Palermo: que, pues, no se puede arreglar on, hay que esperar lo que venga y de ahí se mete abogado.

Chavano: ya, pues, huevón, queda tal vez, tú tengas para arriba para ir a pallaquear, para sacar para el abogado, cosa que cuando caemos, haya un poco de plata.

Palermo: Ahí sale la casa de Leiber, on. Dile que no tenga nada ahí on, nada de malo ah, tu casa también sale ahí, lo voy a buscar, no tengas nada ahí.

Luego entabla conversación con Negro Evans. “Tienen fotos de sus carros, de sus casas de toditos, huevón. Está hasta el Ojón, el Darío. Ven como hablas con la gente. Pucta, al Nati lo tienen chuponeadazo”. En ese instante incierto, le sale el lado humano a Palermo, lo invita a fugarse. “Sale a la frontera, on. Vente a Máncora. ¿Cómo que para qué? Para salir fuera del país, pue, huevón. Allá es más bacán”. Negro Evans deja que el silencio y la duda hable por él. “Quítate a Máncora, on. Tienes toda la noche para que llegues mañana y en una sacamos pasaporte y po’ nos vamos a Ecuador un par de meses”. Negro Evans pone la excusa más absurda de un prófugo. “Pero tú crees que pasar Ecuador será bacán, o sea el pasaporte faltaría, igual nos verán por ahí, igual nos pedirán los DNI, ¿no crees?”. Palermo intenta jugar la última carta con Evans, apela al sentimiento de hermandad, a ese lazo que nunca se rompe, ni falla, ni traiciona. “Allá es distinto, hermano. Es otra policía, pues”. Evans que tiene sus planes propios, le explica que está viajando a Pucallpa a realizarle unos papeles de traspaso a Eduar.

Ante la ausencia de cómplices, Palermo vuelve a mirar en su interior y se encuentra con las manos calentitas de su esposa. “Vamos a Cajamarca, allá es tranquilo, vamos por una chacra”, propone. Él no acepta, no es capaz de poner en peligro a su hija y necesita oídos y ojos en sus propiedades de la sierra. “Viejita, si puedes, ándate hoy día, para que muevas algunas cosas mañana. Hija, la llave de la roja está en Shicun, tú sabes donde están escondidas. Allá esperas dos o tres días, cuando yo llegue a mi punto final, te diré y una semana después, te mando traer”, promete y para que la separación no se haga más dura, pide que le manden una maleta de ropa. “Yo me tengo que ir antes de la reventada, porque aquí al Cortijo van a venir igual”. Ahora lo deja en visto a su esposa y se concentra en dialogar con Ángel F:

Palermo: habla, fiu, fiu, ¿dónde estás?

Ángel F: En mi casa, don Pale.  

Palermo: No tienes una camioneta que me hagas una carrera hoy día hasta Huaraz, solo dejarme y te vuelves, ¿habla? Dile a la empresa a ver cuánto me cobra.

Ángel F: A ver ahorita pregunto, ¿cuánto cobran?

Palermo: Me pasas el número de Brian.

Ángel F: Pale, 1500 dice una carrera, confirme, porque de allá se regresa vacía me ha dicho, y hable al toque para avisarle.

Palermo: ya, po’, vamos.

Ángel F: ya, ya ahorita le digo entonces.

Palermo: ya, ya, listo, listo vienes al Mall, ya de ahí te digo a dónde vas.

Ángel F: ya, ya, sí, sí, sí ahorita estoy viendo la manera que venga el carro, le he dicho que me manden a mí.

Palermo: ya, listo.

Ángel F: Don Pale me dice 1800, porque ha visto el GPS y sale 8 horas de carretera y que no le va a dar para mi pago y aparte su petróleo dice. De allá va a venir vacío, no va a ganar nada dice.

Palermo: Y hasta Siguas dilo, ¿cuánto hasta Siguas?

Ángel F: Hasta Siguas 2500, dice que está feaza a la carretera para allá y aparte dice que el regreso será mañana. Hable don pale, ¿usted dirá?

Palermo: Pucta demasiado.

Ángel F: La carretera está feaza dicen.

Palermo: a Siguas está bacán, la vez pasada he venido yo.

Ángel F: 2300 dice ya, pe.

Palermo: pero qué pues nada de cosas, puro ligero dile: personas y mochilas (…) Dos dilo

Ángel F: ya, ya, listo, ya dos dice, pero dice. Pero tú tienes efectivo para tanquear de petróleo por ahí, luego descuente de la carrera lo que es pe. Lo justo.

Palermo: Efectivo, efectivo dilo va a hacer.

Ángel F: Listo, don Pale, ahorita voy por ahí, ya estoy yendo Pale, me voy para allá al Mall ¿diga?, ya voy a llegar acá por la salida (…) por el óvalo Mochica, para tanquear ahí. No contesta el Collantes

Palermo: Habla ya estás por ahí

Ángel F: Ya voy a llegar al óvalo Huanchaco

Palermo: Pregúntale al Collante a ver si está por allá

Ángel F: Ese no me contesta don Pale, estoy que llamo a ese número

Palermo: vente al óvalo y nos vamos.

El cabecilla de ‘Los Parqueros de Pataz’ emprendió su fuga, sabiendo que era un hombre detenido que caminaba por obra y gracia de la corrupción policial. Y su chispa de buena suerte, se consumió, cuando la policía le hizo el alto en la calle Francisco Bolognesi, cuadra número 1, centro poblado El Romero, distrito Morrope, provincia Lambayeque, departamento Lambayeque. Christian Alberto Collantes Rosas, de la edad de Jesucristo en la tierra, puso en pausa el automóvil, marca Toyota, modelo Corolla, color gris metálico, de placa de rodaje ASU- 667, con lunas oscurecidas; Palermo descendió del asiento del copiloto y las puertas de atrás se abrieron para que baje: Modesto Medina Simón y Jesús Ronaldinho Torres Salinas. “Ya lo tengo al pesca’o”, informa un policía. “Christian Collantes, Palermo Segura y Modesto Medina tienen orden de ubicación y captura vigente por el presunto delito contra la tranquilidad pública, en la modalidad de organización criminal, mediante la resolución número 3 de fecha del 9 de julio del 2024.

Por su parte, Jesús Ronaldinho Torres Salinas, al ver un cúmulo de policías entró en nerviosísimo y aceptó de manera voluntaria que el día 12 de julio del 2024, su primo Gregorio Palermo Segura Marcelo, lo contrató para que lo transporte desde el centro poblado Vijus, provincia de Pataz, departamento de La Libertad hasta la ciudad de Tarapoto en compañía de las personas de Christopher Alberto Collantes Rosas y Modesto Medina Simón. “Palermo me iba a pagar 1500 soles al culminar el trabajo. Yo tenía conocimiento que ellos estaban con orden de captura. Mi trabajo consistía en llevarlos hasta la ciudad de Tarapoto y regresar solo a Trujillo”.

“Gregorio Palermo Segura Marcelo no pudo darse a la fuga a pesar que un policía del Grupo de Respuesta Especial Contra Crimen Organizado (Grecco) —un hombre que traicionó el juramento a los símbolos sagrados de la institución del Estado—, le avisara del megaoperativo que se iba a ejecutar en su contra”. Eso publicó el redactor de la nota, el día martes 16 de julio del 2024 y oficiales de alto rango de la policía, se molestaron y lo tildaron de mentiroso. Ahora las diligencias realizadas contra Palermo evidencian que el redactor de la nota no estaba faltando a la verdad. En el teléfono del cabecilla de ‘Los Parqueros de Pataz’ han encontrado dos comprobantes de pago: uno de 22 mil y otro de 28 mil soles. A eso se suma que se le encontró el informe policial. Es decir, antes que se ejecute el megaoperativo, Palermo ya tenía en su poder todos los actuados en su contra. Aquí varias preguntas saltan por sí solas: ¿Quién tuvo el caso? Lo tenía Grecco, por lógica, dentro de ese grupo de lucha contra el crimen organizado, hay un instructor del caso y él es el único que tiene acceso a ese informe final. ¿Cómo se filtró la información? Por un policía de la unidad que venía investigando a ‘Los Parqueros de Pataz’. Por más que en su momento, se le intentó buscar otra explicación al asunto, la lógica cayó con el peso de la gravedad: tiene que ser uno de ellos, no hay de otra. Desde este medio de comunicación, exigimos a la fiscalía de Crimen Organizado que investigue este caso de corrupción y no lo deje caer en el polvo del sótano del Ministerio Público. Aquí hubo corrupción y debe encontrarse al culpable. En esta lucha crucial contra la criminalidad organizada en el norte, no se le puede dar ni un respiro a los delincuentes que vienen sembrando el terror a lo largo y ancho de este territorio llamado: La Libertad.

Para un traslado exitoso del mineral robado a la empresa La Poderosa, ‘Negro Abanto’, el jefe de seguridad de ‘Palermo’, usaba ‘vehículos libres’. Es decir, un auto menor venía detrás del camión de carga pesado y otro delante, cada chófer tenía una radio para avisar de cualquier movimiento. Por eso, antes de que se mueva un gramo de oro de Pataz, llamaban a ‘Negro Abanto’ y le dictaban el número de la placa de rodaje del carro para monitoreo más seguro. En la plaza de armas de cada pueblo había un soplón que le avisaba la hora que pasaba el camión

Nació en el mes de ‘La Madre’, un día 2 del 1973, en el distrito de Moche. Segundo y Francisca, sus progenitores le pusieron de nombre Jonny Daniel Abanto Argomedo. Pero, cuando ingresó a la escuela de suboficial de la Policía Nacional del Perú se bautizó con el apelativo de ‘Negro Abanto’. Y con ese mismo alias se pintó en el imperio criminal: Pataz.

“¿Tienes línea con el supervisor de Vijus?”, consulta Francisco Villalobos Ruiz, con voz serena que parece un río en calma. “Sí, ahí esta mi promo”, responde ‘Negro Abanto’. Esa respuesta es un gol para lo ilegal. Porque para que la corrupción llegue a buen puerto, se necesita que exista un grado de amistad o de confianza entre las partes. Y eso lo sabe de memoria ‘Pancho’. “Un puntero de nosotros ha caído con ‘máquina’ (arma de fuego). Arregla con tu promoción. Ofrécele 10 mil mangos”. Como lo diría el reguetonero Daddy Yankee, los ojos marrones cambiaron a verdes. Dinero es dinero. “Ahora llamo para arreglar, pero dime con que fierro cayó”. Y como en Pataz, los criminales andan con armas largas, ‘Pancho’ se paltea y entre risas acepta que es “un juguetito”. En palabras criminales es una huevada.

A las 7:15 de la noche, ‘Negro Abanto’ con un tono desganado, detalla que ya conversó con el teniente de la comisaría. “Me ha dicho que ya pasó todo a fiscalía y lo van a mandar a Huamachuco. Me dijo que ayer han querido arreglar con los chibolos, pero ellos se pusieron atrevidos y no quisieron dejar sus monedas.

Un día después, al teléfono de ‘Negro Abanto’ ingresa la llamada de Palermo Segura Marcelo, cabecilla de la organización criminal ‘Los Parqueros de Pataz’. Mejor conocido por los delincuentes como ‘Palermo’. O ‘Don Pale’. O ‘El Pablo Escobar de Pataz’, este último apodo, lo puso la policía para efectos del marketing. “Mira estoy coordinando ahorita con balística, pero de Trujillo. Al final, si al pata lo llevan, que lo lleven que chucha, pero al final el que va a emitir el resultado de la pericia es balística de Trujillo”. Palermo, un hombre de 38 años y que no tiene cara de criminal, si un día lo encuentras por la calle, no te cambiarías de vereda, porque su rostro no impone miedo; da la bendición para la corrupción. “Habla bonito y yo te hago llegar las monedas”. Como ahí también va a sacar su tajada ‘Negro Abanto’ se muestra colaborativo. “Ya, entonces horita toy coordinando con un colega por intermedio de el para ver cuánto cobra para que en el informe salga negativo y así los sacamos de encima a los comisarios de arriba. Esas comisarías son como la hueva”. Así se quitaban de encima a un policía que les estorbaba en el camino. El mensaje era clarísimo: “Mira si tú no chapas plata, en Trujillo lo van a ser por ti. Sé inteligente y asegura tu futuro”.

‘Negro Abanto’, era el corazón de dicha organización criminal, él repartía libertad a los integrantes y les avisaba, cuando la policía estaba subiendo a la mina donde trabajaba. ¿Y cómo sabía todo? Fácil, en cada puesto policial tenía un aliado que le avisaba de cada movimiento de la justicia. Por eso, él siempre tenía una radio en su camioneta y cuando escuchaba por llamada telefónica la oración: “El agua se viene con fuerza”, llamaba de inmediato a ‘Chato’, un hombre diminuto que estaba afuera de la mina, esperando el silbatazo de ‘Negro Abanto’. Esto se corrobora con una escucha telefónica de la policía.

—Era que avises antes que suban —increpa ‘Pancha’

—Yo le avisé al ‘Chato’, porque él anda con la radio, lo llamé, cuando los tombos estaban en la plaza.

—Ese huevón avisó tarde, entonces.

Luego suena el teléfono de ‘Negro Abanto’, ingresa la llamada de un número desconocido. Responde y escucha decir a su interlocutor que han estado bajando por la altura de la Catara y mis colegas de la Comisaria de Chagual, le han tomado foto al camión que está arriba donde cargan, pero el camión estaba vacío. Supuestamente, tendría que decir que el carro lo han alquilado como cochera, pero los colegas se han cerrado y que se acordaba que había un superior Ruiz Patiño en Vijus, y que ahora está de comisario en Chagual y que un técnico le ha preguntado, ¿qué es lo que estaba haciendo? ¿Por qué no quiere que lo pongan a disposición? Y que no quiere hacerle daño porque va a comunicar a la fiscalía y a medio ambiente.

Ese día ‘Negro Abanto’ entendió que Pataz está como en tiempos de lluvia serrana. Movida, mojada y resbaladiza. Y ese territorio es peligroso para todos, cualquiera puede resbalar. No importa que tantos ganchos tengas en la justicia peruana. Por ello, bajó de inmediato y se instaló en su casa de Laredo. “Voy a esperar que baje la marea”, informó a Palermo.

armas.

Pataz es coágulos de sangre. Carne seca pegada en los interiores de la mina La Poderosa. Ahí, la muerte tiene permiso para deambular las 24 horas del día y los 365 días del año. Con sus ojos sombríos y ausentes te recibe en la bocamina y con cada paso que avances, te recuerda que desconoces a dónde vas a llegar y si es que llegarás. El ingreso es seguro. La salida es una incógnita. El camino es un rastro de sufrimiento y la oscuridad es símbolo del sueño eterno.

Un socavón tiene chimeneas y piques. Es una subida y una bajada. En cada hueco hay restos de una organización criminal. Ahí es una organización nueva sobre una vieja. Es un territorio ganado que al día siguiente volverá a ser recuperado y perdido nuevamente. Todo es mutante.

Y cuando el oro está en los exteriores de la mina es el punto de partida y luego hay interminables viajes: Trujillo, Lima, Nasca, Arequipa, El Puerto de Salaverry y más rutas en el extranjero. Pero cada recorrido tiene que ser resguardado por criminales y policías.

Todo empieza, cuando el camión se acerca al cerro y succiona todo el oro acumulados en sacos de color del arcoíris. “El carro sale a las 5 de la mañana. Tú tienes que estar esperando en la plaza de armas para ir coleando al camión”, detalle ‘Pancha’ al chaleco de la organización criminal ‘Los Parqueros de Pataz’: ‘Negro Abanto’. Luego notifica a los cargadores de oro. “Naty, ha dicho que se alisten, porque hoy van a cargar 3 volquetes. No demoren mucho, porque el chaleco ha pedido salir con el canto del gallo. Mientras más temprano, mejor muchachos”.

Según el protocolo de seguridad: ‘nada se debe dejar al azar y se tiene que cambiar de horarios y lugares seguido’. Ese es su versículo favorito de ‘Negro Abanto’ y deja evidencia en un audio:

–¿Cómo va la cargada?

–Ya falta poco para terminar.

–Bacán. Ni bien terminan de cargar arrancan.

–Pero nos dijeron a las 5 de la mañana y que te esperemos para que vayas detrás del camión.

–Eso es para el despiste. Yo estoy de seguridad y yo sé hacer mi chamba. Ni bien cargan, tiene que arrancar. Yo los espero en Chagual.

Paralelamente, las personas encargadas de volverlo legal –ante los ojos de la justicia–, al oro robado, luchan por solucionar el problema de descoordinación. Eusebio, un hombre que considera que su peor defecto: es no tener paciencia, consulta por el Registro de Mineros Informales en Proceso de Formalización (Reinfo). “Lo dejé en Vijus, en la camioneta se quedó, porque no había nadie de nuestra gente que lo reciba”. Eusebio no suelta sus lisuras, porque la señora es hermana de un criminal fuerte en Pataz. “Lo jodes todo ‘Negra’. El Tony lo quiere arriba para que salga juntos con el volquete. Ellos ya están cargando. Sin Reinfo es arriesgarse a que la policía los intervenga”.

Cuando una puerta se cierra definitivo, los criminales se ingenian mil maneras para abrirlo. “Yo envío los documentos y mañana lo pueden recoger”, alega Karina Ponce. Esa solución simplista no vale, cuando la policía viene montando varios operativos a lo largo y ancho de la carretera que conecta Pataz con Trujillo. “Los necesito para ahora, porque estamos cargando y la policía puede llegar en cualquier momento y nos interviene”, explica Iván Gómez, con un tono cargado de ira. “Tienen que esperar los documentos: Igafón, el Permiso Ambiental, el Reinfo, La Guía de Remisión”. Iván se percata que los dos son tercos y jala cada uno para su lado, ella justifica su trabajo al igual que él. Recordó a su abuelo que le decía Ivancito, para pelear se necesita de dos y espero que tú nunca caigas en la provocación. “Envíame una foto de todos esos documentos y yo veo como me las arreglo aquí”.

La cámara vuelve a enfocar a ‘Negro Abanto’, ahora tiene el celular el oído. “Mi papá ha dicho que lo espere ahí, para que baje con el camión”, escucha por las ondas magnéticas. “Me han llamado a decirme que las guías están mal y (…)”. No termina la oración, la voz joven se entrometió con determinación. “Las guías están en Vijus, yo voy a ir sacarlos y te los entrego en Chagual”. El sonido de la voz de ‘Negro Abanto’ se nota incomoda, áspera, por la actitud prepotente del hijo de Naty. “Tu papa dijo que bajáramos ni bien terminaban de cargar. Yo no he traído harta ropa para quedarme a esperar. La documentación era que lo tengan listo hace tiempo. Yo voy a bajar con las guías chuecas, pero si la policía nos interviene, no me voy a meter, porque no hay ningún documento para tirarle boca a los colegas”.

Dos horas después, Natividad Baca Bazán, empieza a macar los 9 dígitos del celular de ‘Negra’. “¿Ya ha bajado el volquete?”. Ella consciente que han omito el paso más importante: avisar al dueño del mineral, responde con sumisión. “A la 1 de la mañana se terminó de cargar y partió el camión. Eso sí: se ha ido solito. Nadie ha ido detrás”. Naty no empieza a hervir en cólera, porque conoce la rutina de ‘Negro Abanto’, siempre espera a mitad de camino al volquete. “¿Cuantas toneladas bajan?”. ‘Negra’: como 35. Naty: ¿Cuánto baja de ti? ‘Negra: 8, del Cachanga lleva 3 y los 23 restantes son de usted. El volquete ya pasó por Chagual, hace rato me avisó un muchacho de La Florida.

Una vez que el mineral llega a Trujillo, el volquete vomita todo el oro en los almacenes de los socios de ‘Palermo’, cabecilla de Los Parqueros de Pataz’. Hasta ahí llega Karina para verificar el peso, la cantidad y el nombre del propietario. Luego llama a informar a las partes interesadas. “Señor Iván, el mineral ha llegado anteayer, pero todavía no se envía a analizar. El jefe de la planta que nos recibe la merca está de viaje. Pero mañana lo saco sí o sí”.