‘Gato Cote’ amasó una fortuna de más de 700 mil soles en minería ilegal
En un megaoperativo ejecutado por la fiscalía de crimen organizado, la Diviac y Digemin detuvieron a 13 integrantes de organización criminal ‘La Gran Alianza’, liderada por Josué Oliver Blas Lezama, alías ‘Gato Cote’. Operativo se ejecutó en Trujillo, Virú y Pataz
Para los cabecillas de organizaciones criminales, sicarios y mineros ilegales es ‘Gato Cote’, ‘Gato Blas’, Gato Lezama’, ‘Doctor’, ‘Don Gato’, ‘Don Cote’ y ‘El Viejo’. Para Doris, la mujer que lo trajo al mundo con dolor es Josué Oliver Blas Lezama. Ese nombre lo puso un 18 de octubre de 1978, en un hospital de Trujillo. Para sus amigos de barrio es ‘Chato’ en alusión a su 1.69 de estatura. Para la División de Investigación de Delitos de Alta Complejidad (Diviac) es el cabecilla de la organización criminal ‘La Gran Alianza’ que operaba en toda la provincia de Pataz y para corroborar dicha imputación contó con el apoyo de inteligencia de la unidad de Digemin.
Ayer, cuando faltaba una hora para que el gallo cante y anuncie un nuevo día, ‘Gato Cote’ sintió en carne propia la ley de la gravedad: ‘todo lo que sube tiene que caer’. Por teléfono se enteró como detenían a los 13 integrantes de su organización criminal. Su dolor se triplicó, cuando escuchó los aullidos y los suspiros queditos de su entorno cercano, de sus pulmones, del primer anillo de la familia. “Han detenido a tu hermano”. Sí, a tu hermano, menor, al que le llevas tres años de edad, él que jugaba contigo a la pelota, con él que te rasguñabas de niño, al que le llevas 4 centímetros de estatura, Juan Manuel Blas Lezama, quién ganó color en el hampa como ‘Juancho’ o ‘Jota’. Éste al verse entre el abismo y el león, prefirió el abismo y se lanzó del segundo piso, con la inmensa ilusión de darse a la fuga, grande fue su decepción, cuando al caer se topó con una bota policial. Esa bota se reía en el rostro de tu hermano, porque por fin sentía el placer del deber cumplido, detener al clan del ‘Gato Cote’, el criminal que evitó que la espada de la ley le caiga años atrás. Te diste manía para salirte con la tuya, te ofreciste de testigo a la unidad de secuestros de San Andrés y entre tu gente te inflabas el pecho como gallo fino que recién está armando pelea: “Yo estoy de la mano con crimen”, decías. Pero los investigadores de la Diviac te han demostrado que en ningún brazo puedes estar seguro, que cuando la ley te pone la puntería, eres un mortal más.
Sin embargo, pocos conocen tus inicios en la minería ilegal, casi nadie sabe qué te encantaba reunirte con personas allegadas al poder político y eso lo demuestra una foto en donde apareces a la derecha de José León Rivera, quien era vocero de Perú Posible, del partido del hoy preso, Alejandro Toledo. Vestías un polo que no pertenecía a ninguna marca rimbombante, tenía cuello y estaba desabotonado el polo de rayas rojo con blanco. Tu pantalón jeans tenía el modelo de ser viejo por el uso. Estas inaugurando una oficina del entonces excongresista León.
Luego apareces en un cubil del Congreso de La República del Perú, tus labios dejan ver una media sonrisa. En esa fecha usaste una camisa a rayas y un pantalón de vestir. Detrás de tu cabeza, la bandera peruana está reluciente. Según tu misma versión desde esa fecha ya te dedicabas a la minería ilegal y le hacías llegar su plata a los políticos de ese entonces. Y si nos apegamos al espacio y tiempo, tu versión cobra vida propia en una foto antigua de la mina. Estás con un casco azul y un foco minero, luces camisa celeste desteñida y un pantalón del color del corazón de la madera. Estás desaliñado, tu camisa deja al descubierto parte de tu pecho y está por afuera del pantalón. De fondo está la bocamina de palos y sacos de desmonte.
Y como lo diría el personaje principal de la película El secreto de tus ojos, “el tipo puede cambiar de todo, de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios, pero hay una cosa que no puede cambiar, nunca podrá cambiar de pasión”. Y tu pasión era los carros, motos tragos y las armas y tus fotos lo demuestran. En una foto de diez años atrás, luces armas de largo alcance, pistolas, radios para comunicarte en los lugares que la señal telefónica no ha podido penetrar. En los últimos años, para mayor precisión, después de la pandemia, sales sentado en una bocamina y abrazas una R-15. Y en esta fiesta que te ha hecho la policía, han encontrado cuatro pistolas, dos escopetas, 356 municiones y seis cacerinas.
Y en otras fotos antiguas en donde apareces con unos diez años menos encima, tu sonrisa Colgate inunda el ambiente y contagia a los que te rodean, en la mesa no puede faltar el trago corto, las mujeres y las armas.
Pataz, una provincia herida de muerte
Un muerto es una herida en la memoria de los deudos. Un cuerpo asesinado es un cuerpo arrebatado. Un muerto es un abrazo roto. Las balas son sinónimo de silencio y el silencio es horror, terror. Eso sembraste ‘Gato Cote’ en Pataz. Con tu mediana estatura entendiste que la única manera de sobrevivir era imponiendo la ley de la pistola y la sangre y tu gente lo demuestra en los videos grabados en la bocamina. Se ve varias personas con fusiles de largo alcance, cargados con balas que no penetran la piel, sino lo arrancan, destrozan. Con el triunfo babeante te mencionan: “Un saludo para mi cumpa Blas, Don Gato Cote, pa’ la gente de Trujillo, mano, pa’ mi cumpa Chico, Los Compadres que siempre nos activa. Acabamos de ganar, ahí está la melcocha, esperamos el cariño, mano. Para mi cumpa Robocot, no te olvides, esperamos el cariño para el fin de semana. Ya tú sabes lo que dominamos Pataz”.
En otro vídeo de 21 segundo, se te escucha comiendo, hablas con la boca llena: “Mira, paisano, una pequeñez, nada más, son pequeñeces, te conté que te iba a llegar. Mi socio está que saca los demás paquetes. Ah, es una pequeñez batería”. Tildas de pequeño a un millón de soles. De fondo se ve manos que mueven fajos de dinero prensados con una liga.
Hablando de socio, anoche en el megaoperativo tu socio capitalista, Homero Jorge Ruiz Camacho, el hombre que le encantan los caballos de pasos, que se le cae la baba cada que un caballo baila marinera delante de sus ojos. Él estaba escapándose, se percató que lo venían siguiendo, de inmediato entró a su vivienda, ubicada en la calle Tello Salavarría, Manzana T, lote 23, en San Isidro y salió con una maleta peso pluma, un par de pantalones y polos para cambiarse en el camino y así pueda seguir huyendo de la policía. Salió de Trujillo, la ciudad que tiene las calles manchadas de sangre, tomó la autopista con dirección a Lima. Cuando llegó a Virú, soltó un suspiro de esos dé por fin la libre, se metió a un hotel Oasis Suite para colocar la cabeza sobre la almohada y analizar al abanico de posibilidades de fuga. La policía ingresó al hotel, pero no le permitieron el acceso y como ahí no había una orden de allanamiento no podían interrumpir la tranquilidad del prófugo, cuando todo estaba perdido, el policía escuchó una voz de una camarera, esa voz era agua para un terreno seco de esperanza. “Ese hotel te alquila por seis horas. Cumplidas las horas, te bota. Entras por el lado derecho y te botan por el izquierdo”. Y como lo diría Héctor Lavoe: “Todo tiene su final, nada dura para siempre”, el policía se llenó de paciencia y lo esperó a Homero, cuando se cumplió las horas exactas, el reloj marcó las siete de la mañana, se abrió la cochera y salió el vehículo y afuera lo estaba esperando la justicia con los brazos abiertos.
‘Gato Cote’, cuando pensaste que la policía nunca iba a penetrar Pataz, porque estaba lejos de Trujillo y la ronda te cobijaba en ese seno materno, los investigadores de la Diviac lo volvieron verbo a la canción del último romántico Yodarno: “A donde crees que te vas a esconder si de un fantasma no se puede escapar. A donde crees que vas a subir si no hay montaña que no pueda escalar”. Treparon los cerros del ande, rompieron bocaminas y viviendas, y levantaron la bandera de la justicia y marcaron un punto y aparte en la historia, por primera vez se ejecuta un megaoperativo de organización criminal en la provincia de Pataz.
Las personas que tenían grilletes ciñéndoles la piel son: Anderson Brener Lezama Bermúdez, Lenin López Campos, Yerson Miuler Yupanqui Rodríguez, Niuler Enrique Rocha Castillo, Carlos Hans Briceño Vásquez, José Jesús Araujo Laiza, Delker Jesús Liñan Pimentel, Elmer Raúl Gutiérrez Cruz, Juan Manuel Blas Lezama, Ricardo Luis Castro Ysminio, Oliver Iván Sauna Barboza (a) ‘Oliver’ o ‘Dante’), Francisco Yvan Malqui Robles y Homero Jorge Ruiz Camacho.
En total, a largo de toda la región se allanó cuarenta inmuebles y se incautó sesenta y dos mil ciento cinco soles y ciento veintitrés mil dólares americanos, cuatro pistolas, dos carabinas, cinco cacerinas, ciento cuarenta y ocho municiones, y tres vehículos.