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Queman camioneta y desaparecen a cinco personas en una mina de Pataz

Familiares buscan a las cinco personas que han sido secuestrados, torturados y desaparecidos en la mina ‘La Gringa’, en el distrito de Buldibuyo, provincia de Pataz. La camioneta en que se movilizaron por última vez ha aparecido incinerada y con rastro de tres impactos de bala.

La esposa busca desesperadamente al hombre que le prometió amarla hasta que sus huesos se sequen por el paso de los años. Sus ojos de una madre bailan de una carretera a otra, de un camino angosto y empedrado, cuando ve manchas rojas en las pajillas húmedas por la garua serrana, se detienen y sus ojos se humedecen. “Esta sangre puede ser de mi hijito”, dice y su corazón siente que le llorará toda una vida. Una hermana corre de una base rondera campesina a otra, bajo ese frío miserable y ese silencio cómplice. Un sobrino desea identificar el cuerpo de su tío en ataúd o en el peor de los casos en una morgue de la región La Libertad. “Si lo han sonado que nos pasen el cuerpo”, solicita con el pesimismo inundando cada milímetro de su epidermis.

¿Qué los mantiene inquietos a estas familias unidas por el dolor? La desaparición forzosa de sus familias el día seis de mayo del presente año en la mina en Llampao, enclaustrado en el distrito de Buldibuyo, provincia de Pataz. Sí, esa provincia que tiene el territorio reseco por la sangre, si le pusieran una flor en cada cadáver tirado, Pataz sería un cementerio. Desde ese día, han tenido más preguntas que respuestas y en su interior se ha desatado un invierno que no hay cuando escampe. Con un grito de parturienta piden ayuda a la policía y al gobernador regional, César Acuña. “Los queremos vivos o muertos. Nadie se merece morir y no recibir cristiana sepultura. Cuerpo que no recibe un ramo de flores sobre su mausoleo es una falta de respeto –narra una madre–, hay tantas versiones sueltas que ya no sé que creer”.

Así quedó la camioneta en la que hiban las cinco personas que no se sabe el lugar de su paradero

El miércoles pasado, uno de los secuestrados logró tener acceso a un celular y llamó a una familia de los cinco desaparecidos. Desde esa fecha, el teléfono suena apagado y en los mensajes de WhatsApp solo aparece una sola aspa. Aquí les va parte del testimonio al que tuvo acceso el periódico judicial Panorama Trujillano.

“Recibimos una oferta de trabajo del señor Jefer Carrera Ramos, éste nos pone en línea con el señor Tito, quién se presentó como dueño de la mina Llampao, ubicada en el distrito de Buldibuyo. Nos hizo una oferta tentadora: “Yo pago 90 soles diarios”, aseguró. Como los tiempos están complicados económicamente, aceptamos la propuesta de trabajo y acordamos en subir el domingo (de la semana pasada), cogimos una carrera, desde el nexo Cedro, del distrito de Pataz, con destino final: mina artesanal de Llampao. De piloto iba Juan Cruz Mauricio (dueño del vehículo que apareció incinerado entre semana) y Liam Peña Lucano, sentado en el asiento del copiloto. En los asientos de la parte posterior, se acomodaron Dante Flores Segura, Claudio Fernández Carranza y otro más. Aproximadamente, las dos de la mañana llegamos hasta el campamento de la mina. A unos metros, se reunieron Jefer Carrera Ramos, Tito y otros dos más; se escuchaba que hablaban del trabajo que íbamos a ser dentro de la mina, el horario de ingreso de entrada y salida. No pasó ni diez minutos, cuando seis personas de manera tempestiva atacaron, tenían armas de largo alcance, gritaban palabras hirientes para los oídos de las personas conservadoras y disparaban por todas partes. A los supuestos contratistas, le pusieron el cañón en la espalda y lo sacaron afuera y nunca más los vi, y a los cinco que íbamos juntos, nos golpeaban durísimo, nos sacaban y nos metían a una posa de agua, y cada rato, preguntaban, ¿quién les contrató? ¿Quién es el cabecilla? Al no poder sacar información, los metieron a un socavón de una mina, uno 100 metros de profundidad, ahí había un cuarto con rejas, nos volvieron a torturar y cada rato rastrillaban y nos amenazaban con volarnos la cabeza. Luego con violencia nos quitaron la ropa, nos tiraron ropa vieja, sucia y apestosa, nos tiraron un colchón para descansar”.

“Una persona empezó a llamar a un policía para que entre al sistema de antecedentes y pueda ver había criminales entre los secuestrados. A punta de golpes, nos sacaron el número del Documento Nacional de Identidad (DNI) y en vivo le dictaban al policía. Después de unos minutos de silencio, informó que los dos choferes tenían antecedentes penales. “Ya se jodieron, los vamos a desparecer”, dijo un hombre armado hasta los dientes. A las dos de la mañana del martes, iban jalando uno a uno, y vociferaban que nos iban a volar la cabeza. Al Gringo Jefer lo dejaron en el interior de la mina. El miércoles, liberan a uno de los secuestrados, perdido camino sin rumbo hasta que se encontró un señor y lo orientó la dirección exacta a Retamas. El jueves sueltan a Jefer Carrera Ramos”. Y desde ese día, el silencio, la desesperación y desgarró se apoderó de la familia de los desaparecidos.

“En esa mina, uno de los dueños es un tal Reyes, el tío es familiar del difunto Chapana que lo secuestraron y lo botaron torturado por arriba. El tío está apeligra’o, porque lo vienen extorsionando, po’lla y po’ca. El viejo tiene su batería dentro de mina, no salen para nada. Los secuestrados han llegado con un socio de Reyes, se han puesto a echar bolo afuera antes de entrar a la mina a chambear. En ese momento, cae el Reyes con su bateriaza, se pintaron de ronderos, los han llevado, les han sacado lo que tiene madrecita. Reyes decía: “Declaren que ustedes han venido a matarme a mí? Ustedes han venido a matarme a mí ¿Verdad? Uno de ellos aceptó y dijo ya no nos peguen, si hemos venido a matarlo al Reyes y ahí los han separado, los ha divido y desde ahí no sabemos nada más. Uno de los secuestrados se escapó o lo liberaron, no sé qué pasó exactamente, lo cierto es que levantó línea con la familia y nunca más se supo de él”.

“El domingo 5 de mayo, ellos han salido de Huamachuco con dirección a la chamba. A uno le dan libertad, se apoda ‘Dunga’, él cuenta detalles de todo el secuestro: como la gente que subió a chambear no respondía las llamadas ni los mensajes, ‘Dunga’ dijo que habían llegado a la mina de un tal ‘Tito’, que trabaja en sociedad con su papá y otro más. Dijo que se habían puesto a bolear (chacchar coca), que estuvieron 10 minutos y los 8 punteros con fierro largo y chalecos antibalas los rodearon, se pintaron como ronderos y los detuvieron a todos y los han masacrado, le han sacado la miércoles para que declaren que ellos han ido a matar a un tal Reyes, pero eso era falso, pues, ellos habían ido a trabajar. Después de tanta maja, uno de ellos al final dijo que si habían ido a matar al Reyes. Los han hecho bañarse en lagunas en la noche, ahora dicen que los han dividido eso ha sido la última vez que se han visto”.

“A partir de esa fecha, la familia viajó hasta al pueblo de la mina, pero el tema es que hay un tío, un tal ‘Rey’, éste loco anda apeligrado, porque lo están amenazando, que lo van a secuestrar, que lo van a matar, por problemas de la mina. Entonces, el señor mueve todo ahí en mina. La familia ha llegado hasta el lugar y este tío les ha puesto fierro en la cabeza, rastrillo los fusiles y los corrió de su terreno. La familia ha ido a preguntar a los ronderos y ellos dicen que no han detenido a nadie. Reyes dice que él sí ha encontrado ese día a las cinco a personas desconocidas, pero él los ha entregado a las rondas y otra vez han ido a preguntar a la ronda y éstos dicen que no, que ellos no los tienen. Eso es lo que se sabe hasta ahora. Están desaparecidos y no se sabe en dónde están, si están vivos o muertos”.

“He subido a Retamas y de Retamas, luego seguí a Llacuabamba y de ahí subí a la mina que se llama ‘La Gringa’ –está al costado de la minería Alaska–, y el propietario es el señor ‘Rey’ y ahorita nos hemos enterado de que se llama Reynaldo Fernández. Yo deseo de todo corazón que continúe la búsqueda de los cuatro desaparecidos y nos lo dejen morir a su suerte. Aquí se escucha muchas versiones: Unos dicen que están vivos. Otros hablan que los tienen secuestrados dentro de la mina. Unos cuantos dicen que si ha llegado a la mina y que se han ido a matarlo al dueño. Eso es mentira, ellos son gente humilde y trabajadora. A las personas que soltaron dieron esta versión, que los cinco estaban conociéndose con el dueño y en eso han llegado a encañonarlo, los han pegado, los han amarrado, los han rociado gasolina. Aparte que la camioneta ha sido encontrada quemada y con 2 impactos de bala, pero ya no sabemos más”.

  1. ‘Dunga’, se apoda uno de los secuestrados liberado, se ha desaparecido por temor a las represalias de los familiares de los secuestrados.
  2. Este hecho sangriento va a traer más sangre en la provincia de Pataz y en las calles de Trujillo. La familia pide los cuerpos, aunque sea.