Conozca a la «Pincha Salpina», la pileta que guarda grandes recuerdos para sus habitantes
Hay quines mencionan que aquel que tome el agua de la «Pincha» su corazón se enamora de Salpo y regresa
Comenzaban los años cincuenta y el corral de la pincha, estaba totalmente cercado y lleno de eucaliptos con sus gruesas ramas que colgaban moviéndose pesadamente con el viento. En medio de los viejos árboles había también arbustos de altamisas, montes de flores azules y amarillentos sunchos, todo el tiempo se veía al corral lleno de vegetación.
Calentaba por la parte trasera con la calle que iba a Mansiche y por la parte delantera con la calle principal que iba a la Plaza de Armas y allí se encontraba el chorrito de la pincha de donde todo el tiempo corría el agua de día, de noche, en invierno o en verano, el chorro seguía corriendo, nunca se agotó, nunca se supo quien hizo el reservorio ni de donde venía el agua, solo se le veía, limpia fresca, cristalina y muy rica, tanto, que todos los salpinos que pasaban por allí iban a posar sus labios al tubo o en la cuenca de sus manos a tomar el agüita.
Decían las vecinas salpinas que el agua de la pincha tenia muchos misterios, que si tomaban todos los días, especialmente los niños, los volvía muy inteligentes, tal era el caso de los pobladores de los caseríos vecinos, que traían a sus hijos para que estudien en los Centros Educativos de Salpo y buscaban viviendas cerca a la pincha para que sus hijos tomen todos los días el agua de la pincha. Y los resultados se vieron porque sus hijos además de los chiquillos que vivían en “La Loma” fueron profesionales destacados y brillaron por su inteligencia y desempeño en los cargos que ocuparon, y si no, pregunten a mis paisanos que me darán la razón.
Las narradoras también decían que si se lavaban en el mismo chorro el agua les daba salud y mucha fuerza, tal es el caso de la banda “Mi Perú” que cuando iba a Salpo a animar la fiesta del mes de septiembre en honor a la Mechita, lo primero que hacían es lavarse en el chorro de agua de la pincha y así no les da el soroche ni el resfrió y ellos están fuertes, limpios y muy contentos porque “ni la tos les da“.
Las narradoras también decían que si se lavaban en el mismo chorro el agua les daba salud y mucha fuerza, tal es el caso de la banda “Mi Perú” que cuando iba a Salpo a animar la fiesta del mes de septiembre en honor a la Mechita, lo primero que hacían es lavarse en el chorro de agua de la pincha y así no les da el soroche ni el resfrió y ellos están fuertes, limpios y muy contentos porque “ni la tos les da“.
¡Ahhh, pero en esos años, se tejían leyendas espantosas leyendas que con lujo de detalles contaban las ancianas salpinas y hacían que los niños tengan miedo de pasar por allí, especialmente por las noches o en las nublosas tardes de invierno.
Contaba la leyenda que del canal oscuro de la pincha salían dos gatos enormes a pelear en medio de la calle y sus maullidos se escuchaban hasta el mercado. También decían que salía una chancha muy gorda y que se rodaba por la bajada del camal, pero no era la de la gripe porcina, porque en ese tiempo no había tal epidemia. Pero lo que mas impactaba y daba temor era cuando narraban que salía un enorme perro negro, arrastrando una cadena y pobre de aquel que tenía la mala suerte de pasar justo en ese momento en que el perro salía, pues tenía que correr mas rápido que el perro porque sino éste feroz animal le atacaba y esa pobre persona quedaba loca para toda su vida.
Era el mes de Marzo en que el frío, lq lluvia y la niebla estaban presentes día y noche, pero como en ese mes se celebraba la cuaresma y todos los viernes se tenía que celebrar las Viacrucis y mis hermanos con mis primas participaban en el coro parroquial dirigido por el Padre Carranza, recuerdo que fue el tercer viernes en que por surte fui a acompañar a las chicas del coro, porque yo no tenía buena voz. La ceremonia comenzó tarde y se tenía que rezar y cantar en cada estación del Viacrucis, que eran catorce, así que estaríamos en los rezos y cantos durante tres horas y para cuando terminó era ya la medianoche. Cuando salimos de la iglesia para regresar a la casa, las demás personas se habían ido media ceremonia y nosotras éramos un grupo de seis chiquillas. Como sea nos cogimos de los brazos y alumbradas por una linterna de pilas, entre el frío y la neblina nos dirigíamos a nuestras casas, con miedo y tiritando de frio.
Caminábamos en la silenciosa noche, cuando llegamos a la pincha, en ese momento me acordé de las historias que las viejas chismosas contaban y al pasar por la pincha escuchamos un ruido ……mi hermana, con la ayuda de la linterna buscaba que podría ser ¿y que creen?…¡un perro negro con una cadena arrastrando venía hacia nosotras! Y al enfocarlo a ala cara vimos que los ojos del perro ¡brillaban! Di tan tremendo grito que asusté al animal y se fue corriendo por la bajada de la pincha arrastrando la cadena que sonaba como campana.
Mi hermana me abrazó tranquilizándome porque sino me desmayaba de terror, en ese entonces tendría unos seis o siete años. Así, muertas de miedo, seguimos camino a casa, hasta que un policía que no se de donde salió os dijo:-Hola chicos, muy tarde es para que ustedes estén por aquí y temblando de miedo. Le rogamos para que nos acompañe hasta nuestra casa y allí fue donde nos dejó, regresándose inmediatamente. Muy despacito nos fuimos al dormitorio y no quisimos que ni las primas se fueran, allí, aún con miedo, nos quedamos todas a dormir. No sé a que hora llegó el sueño, pero lo cierto es que la voz de Clotilde, que vivía frente a la pincha y nos llevaba la leche – para el desayuno – conversaba con mamá diciéndole: “hay doña Santitos, anoche este perro bandido, se salió del corral, el Felipe dejó la puerta abierta y el perro se salió con todo y cadena y creo que ha mordido a alguien porque escuché un gritazo, seguro que hoy me demandan” y mi madre le dice: ¿y sabes quien a sido? “no sé por eso estoy preocupada” le contestó Clotilde. ¿De que color es tu perro?, le pregunté desde el dormitorio -¡Negro, es niña!, ¿tú sabes a quien a mordido? “¡Nó, te pregunté nada más”, le dije, porque en ese momento todo el misterio de la pincha se me develó, tranquilizándome en sobremanera.
Texto: Ande y Mar