Trujillo se levantó contra el crimen y la extorsión
La ciudadanía de Trujillo se unió al paro de transportistas, mostrando su rechazo a la falta de resultados del gobernador regional César Acuña en la lucha contra el crimen organizado.
El paro de transportistas convocado en Trujillo, que paralizó el 90 % de los servicios, no solo fue una protesta contra el crimen organizado, sino también una manifestación de la frustración acumulada por los liberteños hacia la gestión del gobernador regional César Acuña.
Las principales calles de la ciudad estuvieron casi vacías, mientras transportistas, comerciantes, vecinos y representantes de la sociedad civil se movilizaban exigiendo un cambio drástico en las políticas de seguridad.
La marcha, que comenzó en lugares clave como el óvalo Grau y el óvalo Papal, recorrió avenidas centrales hasta llegar a la Plaza de Armas, donde los manifestantes dirigieron su reclamo a las autoridades regionales.
La exigencia era clara: tomar medidas efectivas y urgentes para combatir la delincuencia que asola la región, una problemática que ha empeorado en los últimos años sin que se vean resultados concretos de las acciones del gobierno regional.
Sin embargo, el clima de tensión aumentó cuando el presidente de la Asociación de Transportistas de La Libertad (ASTRELL), Carlos Guerra, entró al edificio del Gobierno Regional para reunirse con el gobernador. Este gesto fue visto por muchos manifestantes como un intento de diálogo vacío, que no aborda las verdaderas demandas de la población. La reunión desató críticas, con la ciudadanía interpretando que la gestión de Acuña sigue siendo más retórica que acción.
La Policía Nacional tuvo que intervenir en las inmediaciones del Gobierno Regional para prevenir disturbios, aunque la marcha se mantuvo pacífica. Según William León, representante de la Defensoría del Pueblo, “todo se desarrolló con tranquilidad y no se reportaron detenidos ni bloqueos en la ciudad. No obstante, este ambiente de paz no disipó el creciente descontento con la administración regional”.
César Acuña, por su parte, intentó suavizar el descontento manifestando su apoyo al paro, aunque lamentó que algunos grupos lo hayan ‘politizado’.
El gobernador señaló que su gestión ha invertido en la compra de vehículos para la policía y ha coordinado con las autoridades nacionales para reforzar la seguridad, incluyendo el traslado de delincuentes peligrosos a otros penales.
A pesar de estas declaraciones, la ciudadanía sigue percibiendo que estas acciones llegan demasiado tarde y son insuficientes para enfrentar la magnitud del problema.
El descontento de los liberteños con la gestión del gobernador César Acuña es palpable y se ha intensificado con el paro de transportistas. Lo que comenzó como una protesta por la inseguridad se ha convertido en una crítica generalizada a la ineficacia de la administración regional en temas clave como la seguridad ciudadana. Las promesas del gobernador y las medidas superficiales no han logrado aliviar la sensación de abandono y vulnerabilidad que sienten los ciudadanos de Trujillo y de toda la región de La Libertad.
La frustración de la población refleja un problema más profundo: la falta de una estrategia clara y sostenida para combatir el crimen organizado. Las respuestas parciales, como la compra de vehículos policiales o la llegada de más efectivos, no logran ocultar la falta de estrategias del gobierno regional de articular una política de seguridad integral. Los ciudadanos ya no confían en los anuncios oficiales y esperan acciones reales que demuestren un compromiso con su bienestar.
La protesta pacífica de ayer fue un mensaje claro: los liberteños no aceptarán más excusas. Si el gobernador Acuña no toma medidas contundentes y rápidas para revertir esta crisis, el descontento solo seguirá creciendo.