Back

Desarticulan a banda criminal ‘Los Injertos Cibernéticos del Norte’

Ayer en la madrugada, el doctor William Rabanal Palacios de la Tercera Fiscalía Provincial Penal Corporativa de Trujillo rompió la puerta de los integrantes de la organización criminal ‘Los Injertos Cibernéticos del Norte. En el documento de la detención preliminar se puede leer que dicha detención fue aprobada por siete días y firmada por el sexto Juzgado de Investigación Preparatoria.

Y el fiscal como buen norteño sabe que no hay primera sin segunda. Ejecutó dos megaopertivos en menos de diez horas. La segunda cachetada al hampa, le cayó a la organización criminal ‘Los Rapiñas del Norte’ que se dedicaban a delitos de robo y hurto agravado.

Ella usa taco tres, camina segura, firme como si quisiera dejar huella en la baldosa. “¿Qué se va a servir?”, consulta con una sonrisa que no se marchita ni con los malos tratos de los clientes. Anota el pedido con la tranquilidad que inspira un bello atardecer y se retira agitando esas curvas sinuosas que despierta pensamientos pecaminosos. Así lo conoció Juan César Castañeda Morillo a Yariuska Juses López Miranda. Por sus encantos de femme fatal y el buen trato se volvió cliente asiduo del restaurant ‘El Megalodón’.

En ese tren de visitas al restaurante, César Castañeda Morillo se dejó llevar por la jareta y le lanzó una invitación a comer y a tomar una dosis de alcohol. Ella, una navaja suiza, sacó un poquito de su filo peligroso. “Yo voy a tu cita, pero si llevo una amiga”. Él aplicó la primera ley del manual del seductor ‘que no se note el desespero por llevarlo a la cama’. Aceptó la propuesta y el encuentro se consumó el 13 de febrero de 2023. Almorzaron junto a Génesis Naibi Lugo Marín y él al ver que el rostro se les enciende y el caminar va perdiendo el estilo de mujer, les propone seguir la guasca en Huanchaco. “Ok”. Se mueven a Moche y terminan en el domicilio de César. Y antes de pegar la pestaña de la diversión, Yariuska y Génesis cantó la canción de Arcángel: quiero que se repita la ocasión. “Pero que sea más temprano”, pidió.

El 15 de febrero, a la una de la tarde, César, el último romántico, recogió de su vivienda a Yariuska Juses López Miranda y Génesis Naibi Lugo Marín. Su camioneta Toyota, modelo Hilux, de placa de rodaje TBR-816 rodó hasta la avenida Cahuide Manzana A Lote 35, urbanización Alán García Pérez de La Esperanza. Con el olor de las féminas inundando los asientos, pisó el acelerador con rumbo a Huanchaco, en la pista de mal estado, les propone ingresar a Huanchaquito, ellas sueltan un “No”, rotundo. Instalados en Huanchaco, con el sol lamiendo la piel blanca de oficina, César propone: “Vamos entrando a la playita… yo sé que el gringo está fuerte, vamos y yo alquilo unas sombrillas para ustedes”. Yariuska, segura de tener al lomo fino dorado para enterrarle el cuchillo, le sugiere: “Hay mucha gente aquí. Vamos a un lugar más alejado”. Esa última oración, le enterró las uñas al deseo sexual de César y eligió la playa el Silencio. Al llegar al punto, dos formas gruesas de individuos jalan la mirada de él. “Deben ser pescadores”, sentenció ella y alargó los pasos, el cabello flotaba sobre su cintura y la arena que brincaba de la huella de sus pies le impactaba en el culo, los muslos y las piernas. Se dejó llevar por los brazos de Afrodita. De tanto hundir la cabeza en el agua salada, se percató que los dos sujetos caminaban hacia la parte de atrás de su vehículo, salió del agua para ir a sacar su arma de fuego que se encontraba en el interior de la camioneta, pero era demasiado tarde, aparecieron los sujetos armados. Uno le puso la pistola en la cabeza y con un carnaval de palabras malcriadas, lo obligó a subir al vehículo. “Arranca, huevón”, gritó uno. Y esas llantas escupían arena, agarraron la costanera con dirección a Magdalena de Santiago de Cao. Con el miedo recorriendo cada milímetro de su epidermis, César entendió que las dos mujeres, aportan su porcentaje al crimen norteño.

Días después César narra su odisea: pararon en los cañaverales y ahí nomás llegó un vehículo y al conductor le entregaron mi mochila con mis pertenencias. Luego me bajan de la camioneta y ponen al cuidado de un vago, uno de contextura gruesa. Me amarró con los pasadores de una de las flacas. Ahí estuve rodeado de las dos malditas y el pata. Más o menos a las ocho, llegaron dos vehículos, eran negro y de la marca Sedan, yo me di cuenta, cuando me estaban metiendo a la maletera, ahí en ese hueco pequeño, me envuelven las manos y los pies, tiran la maletera y no cerraba, le hacían fuerza y nada. Uno sacó una soga y lo amarró. En el movimiento, yo ideaba como escaparme, con cólera empujaba la puerta, movía las manos para soltar la cinta. Intenté tantas veces que la cinta se desgató y cedió. Levanté la cabeza para botarme y me percaté de un carro que venía coleándonos, mi momento de gloria ha llegado, me dije y saqué el pie como símbolo de pedir ayuda (…) Pero fue por las puras, ese carro era el vigilante del primero, se llaman por celular y se detiene el vehículo, se bajan me insultan, mi madre por acá y por allá, truenos de golpes, y cuando se cansaron de molerme a puños y patadas, me botaron a la maletera y estaba vez lo amarraron bien, se escucha que la soga crujía con el fierro. Siguió el recorrido sin rumbo. Todo era inseguro, incierto.

En el trayecto apareció un tercer vehículo y siguió el camino de hormiga, uno detrás de otro. Por las cañas y letreros del camino, me percaté estábamos pasando por Cartavio. Observé el Arco de Chocope. No ves que la maletera no estaba bien cerrada. Empecé a morder la cinta y el pasador que ataban mis muñecas. Luego, comencé a desatar la soga de la maletera, el nudo no cedía, busqué objetos en la maletera y me encontré con una botella de plástico, lo partí en dos y con el filo del plástico corté la soga. Dios hizo que el auto que iba detrás de mí, se pase adelante, abrí la maletera y me tiré a la pista. Giré como trompo por la velocidad del auto. Mi mente bloqueó el dolor, de una me paré y me metí en unas plantas espinosas. Pasado unos minutos, corrí hasta la loza deportiva del Centro Poblado de Roma. Me escondí en el baño y llamé a la policía. Cuando ellos llegaron, yo recién salí con huecos de espina en el cuerpo.

El seis de marzo, César revisa su cuenta de Gmail en su laptop, porque los delincuentes se llevaron su celular. Se percata que su ruta de GPS de Google Maps en fecha 15 de febrero de 2023 registra como última ubicando en el inmueble sito en la Avenida Moche N°529 y él no hizo ese recorrido, porque estaba secuestrado por Roma. La policía tenía la punta de la madeja de donde jalar, se van al lugar y se entrevistan con Carlos Jesús Ramírez Mori, quién dijo ser propietario del inmueble y haciendo uso de su memoria, señaló que en esas fechas tenía como inquilino a Max Jonathan Marín Díaz (cabecilla de la banda criminal). Además, proporcionó las grabaciones de las cinco cámaras de seguridad que tiene en interior y en el exterior de la casa, siendo el caso que, mediante diligencia de visualización el agraviado Juan César Castañeda Morillo logra reconocer a dos sujetos: 1) El Sospecho 09 identificado como Jhon Elvis Paredes Salazar y 2) El Sospecho 10 identificado como Oscar Alfredo Rubio Jara; quienes en fecha 15 de febrero de 2023 llegan a las seis y cincuenta y seis juntos al inmueble en mención.

Para perpetrar el ilícito, el líder de la banda criminal ‘Los Injertos Cibernéticos del Norte’, Max Jonathan Marín Díaz de alias ‘Max’, ordena a las féminas que proporcionen información de una potencial víctima, por lo que brindan detalles relevantes con respecto a la víctima captada.

Al obtener la información proporcionada por las féminas, el líder de la banda criminal, ordena a un grupo de sus integrantes, para que se constituyan al lugar donde se encuentra su víctima, y puedan iniciar con el evento criminal, y provistos de armas de fuego amenazan al agraviado y se apoderan de sus pertenencias, tales como sus tarjetas de crédito y de débito, las mismas que son utilizadas para realizar transferencias bancarias, mientras el agraviado se encuentra en cautiverio

Al contar con las tarjetas de débito y de crédito, otros integrantes son los encargados de hacer las compras, pagos y transferencias a sus compinches, quienes se encuentran en diferentes partes del país.

Finalmente, otro grupo se encarga de negociar la entrega de los bienes tales como vehículos, a cambio de cuantiosas dadivas. Mientras están laburando, chambeando, operando, ‘Los Injertos Cibernéticos del Norte’ alquilan sobre, bunker, casas que son utilizadas para su centro de operaciones y que son abandonadas después de haber perpetrado el ilícito.

Max Jonathan Marín Diaz (alias “Max”), Jhon Elvis Paredes Salazar (alias ‘Godo Jhon’), Oscar Alfredo Rubio Jara (alias ‘Oscar Rubio’), Yariuska Juses López Miranda (alias ‘Yariuska’), Genesis Naibi Lugo Marín (alias ‘Genesis’), Persis Tito Villanueva Chávez (alias ‘Persis’), Joaquín Miguel Gerónimo Cáceres (alias ‘Gerónimo’), Alfredo Jair Chiclayo Siancas (alias ‘Chiclayo’), Colbert Omar Sevillano Orbegoso (alias ‘Colbert’), Renato Armando Goicochea Molero (alias ‘Molero’), Erik Brayan Alonzo Román (alias ‘Alonzo’), Marcelo David Blas Damián (alias ‘Marcelo’), Jennifer Briggitte Pereda Leal (alias ‘Jennifer’), Danilo Spilven Ramos López (alias ‘Spilven’) y Humberto Joaquín calderón Arteaga (alias ‘Beto’)